LAS TÉCNICAS DE MEDITACIÓN MEJORAN EL SISTEMA INMUNITARIO

 La neurociencia y estudios con lamas tibetanos confirman que la atención vigilante reduce el estrés


Por DANIEL GOLEMAN (Nueva York)

Cuando era alumno de psicología realicé un experimento para ver si la meditación podría funcionar como antídoto contra el estrés. Mis profesores se mostraron escépticos, mis sistemas de medición eran malos y mis sujetos eran principalmente alumnos de segundo curso de la universidad.


A lo largo de los años ha habido cientos de estudios sobre la meditación algunos de los cuales daban a entender que ayudaba a aliviar los efectos adversos del estrés. Pero hasta hace poco no había visto un estudio definitivo que confirmase mi, en otro tiempo poco convincente, hipótesis, al revelar el mecanismo cerebral que probablemente explique la singular capacidad que la meditación tiene para tranquilizar.

Los datos han surgido como uno de los múltiples frutos experimentales de una colaboración extraña: la del Dalai Lama, el líder religioso y político tibetano en el exilio, con algunos de los principales psicólogos y neurocientíficos de Estados Unidos. Los científicos se reunieron  con el Dalai Lama durante cinco días en Dhramsala (India) en marzo de 2000, para analizar qué podían hacer las personas para controlar mejor sus emociones destructivas.


Uno de mis héroes personales en este acercamiento entre la ciencia y el conocimiento antiguo es Richard Davidson, director del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la universidad de Wisconsin. Davidson ha descubierto en una investigación reciente con resonancia magnética funcional y electroencefalogramas avanzados, los puntos cerebrales correspondientes al estado de ánimo.

Las imágenes de resonancia funcional revelan que cuando las personas están emocionalmente afligidas (ansiosas, enfadadas, deprimidas) las zonas más activas del cerebro forman un circuito que converge en la amígdala, parte de los centros emocionales del cerebro,  y la corteza prefrontal derecha, una región cerebral importante para la hipervigilancia típica de las personas sometidas a estrés. Por el contrario, cuando las personas se encuentran en un estado de ánimo positivo (optimistas, entusiastas y con energía) esas zonas se mantienen inactivas, y aumenta la actividad de la corteza prefontal izquierda.

De hecho, Davidson ha descubierto lo que en su opinión  es una forma de indicar la gama típica de estados de ánimo de una persona, leyendo los niveles medios de actividad en estas áreas prefrontales izquierda y derecha. Esa proporción predice los estados de ánimo diarios con sorprendente precisión. Cuanto más se incline la proporción hacia la derecha, más infeliz o disgustada tiende a estar la persona, mientras que cuanta más actividad se dé en la parte izquierda, más feliz y entusiasta se sentirá.

Tomando las lecturas de cientos de personas, Davidson ha establecido una distribución de curva de campana, en la que la mayoría de personas se encuentra en el medio. Los relativamente pocos que se sitúan en el extremo derecho tienen más probabilidades de padecer depresión clínica o trastornos de ansiedad durante su vida. Para los pocos afortunados situados en el extremo izquierdo, los estados de ánimo problemáticos son escasos y se recuperan de ellos con mayor rapidez.

Esto puede explicar otro tipo de datos que indican que existe un punto de referencia biológicamente determinado  por nuestra gama  de emociones. Un hallazgo, por ejemplo, demuestra que en aquellos suficientemente afortunados como para ganar la lotería, y en aquellas almas desafortunadas que se quedan parapléjicas por un accidente, transcurrido aproximadamente un año desde el acontecimiento, su estado de ánimo es aproximadamente el mismo de antes de esos sucesos trascendentales, lo que indica que el punto de referencia emocional cambia poco o nada.

Por casualidad, Davidson tuvo la oportunidad de comprobar la proporción derecha-izquierda en un experto lama tibetano, que resultó dar el valor más extremo hacia la izquierda de las 175 personas que había medido hasta el momento. Davidson informó de ese notable hallazgo durante la reunión mantenida entre el Dalai Lama y los científicos en India. Pero el resultado a pesar de ser intrigante, planteaba más preguntas de las que respondía.

¿Era simplemente una singularidad o un rasgo común entre los que se hacen monjes? ¿O era el entrenamiento de los lamas lo que podría empujar el punto de referencia hacia la gama de la felicidad perpetua? Y de ser así ¿Se puede sacar del contexto religioso para beneficio de todos?


Una respuesta tentativa a esta última pregunta la ha proporcionado un estudio realizado por Davidson en colaboración con Jon Kabat-Zinn, fundador de la Clínica para la Reducción del Estrés Basada en la Atención Vigilante.

En un artículo aceptado para su publicación en la revista Psychosomatic Medicine, los resultados sugieren que el punto de referencia de la emoción puede cambiar. En la atención vigilante, las personas pueden controlar sus estados de ánimo y sus pensamientos y dejar a un lado aquellos que podrían hacerlo caer en la angustia. Davidson opina que esto puede fortalecer una gama de neuronas de la corteza prefrontal izquierda que inhibe los mensajes de la amígdala que conducen a las emociones pertubadoras.

Otro beneficio para los meditadores, fue que la atención vigilante parecía mejorar la solidez de su sistema inmunitario, como demostraba la cantidad de anticuerpos contra la gripe que presentaban en sangre tras recibir una inyección de gripe. Cuanto mayor sea la inclinación hacia la izquierda del punto de referencia emocional, mayor será la respuesta del sistema inmune.





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